Roxana V. Enríquez Mendoza – Cientista Social – Escritora e Investigadora social – BOLIVIA
En la actualidad los problemas más severos que sufren las mujeres bolivianas son la violencia y el feminicidio, aunque si vemos en retrospectiva, podemos comprobar también que las mujeres hemos avanzado en muchos aspectos; pero lo avanzado no es suficiente, si bien es un aliciente, aún tenemos retos pendientes.
Los indicadores socio-económicos y políticos desde la perspectiva de género, aún nos colocan en situación de desigualdad frente a los hombres. Pese a ello, podemos notar que varios espacios, antes ocupados por los hombres, hoy son compartidos por las mujeres; sin embargo, el acceso a esos espacios no es suficiente si no está acompañado por la equidad. Hacemos política, sí, pero debemos tener la misma cuota de representación que los hombres; ocupamos cargos de dirección y de autoridad, sin embargo, necesitamos lograr paridad; logramos el ingreso al mercado laboral, más necesitamos igualdad de salarios con respecto a los hombres. Por lo tanto, el presente nos encuentra con varios avances, pero a la vez con otros desafíos.
En Bolivia se destacan cambios producidos en el marco constitucional y legal para la protección de los derechos de las niñas y mujeres del país.
En cuanto a representación política, en el actual gobierno las mujeres marcan un hito, ya que, de 36 asambleístas en la Cámara Alta, 20 son mujeres y 16 son varones. En 1997, la Ley de “cuotas” establecía sólo un 30%, y parecía muy revolucionaria; pensar en una situación así en la actualidad sería inadmisible.
En el campo legal, las movilizaciones de las mujeres presionaron para la aprobación de las leyes de Lucha Contra el Racismo y Toda Forma de Discriminación, Contra el Acoso y Violencia Política, la Ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia, el Código Niña, Niño y Adolescente y el Código de las Familias. Lamentablemente, en muchos casos, estas conquistas se alcanzaron con el sacrificio de vidas, sangre y lágrimas de las mujeres.
Otro hecho trascendental, aunque no suele entenderse su significado histórico, es la reducción de la brecha de género en el área rural a través de la entrega de títulos de propiedad de tierra a las mujeres. De acuerdo al Instituto Nacional de Reforma Agraria, en el 2005 solo 15% de las mujeres eran propietarias, en la actualidad, son cerca a la mitad; un gran avance para disminuir la dependencia económica hacia los hombres.
La mujer tiene un gran aporte social, pero invisibilizado por el régimen patriarcal vigente. Por ejemplo, es imposible desconocer su trabajo dentro del hogar, sin el cual incluso no tendría valor el mismo trabajo del hombre. ¿Cuánto le debería la sociedad si se contabilizara y pagara el trabajo realizado por la mujer dentro del hogar? La sociedad le debe mucho a su trabajo. Pero esto no debe seguir así, el trabajo femenino debe ser reconocido en justicia dentro y fuera del hogar. Se dice que el PIB de los países crecería en 14% si las mujeres tuvieran igualdad de condiciones con relación a los hombres en el mercado laboral formal. Entonces, el relegamiento laboral de la mujer afecta negativamente no sólo a ella, sino a la misma sociedad.
Afortunadamente, se nota cada vez más el protagonismo femenino en terrenos que antes eran de exclusividad de los hombres, ¿cómo desconocer sus aportes en la música, arte y en la academia? El empoderamiento de las mujeres cobra hoy más fuerza.
En conclusión y desde mi perspectiva profesional pensaría en dos tareas pendientes, una urgente y otra importante. Es urgente erradicar la lucha contra la violencia a las mujeres y el feminicidio, no apelando solamente al endurecimiento de las normas y campañas mediáticas. Hasta ahora toda la atención se ha concentrado sobre la víctima, yo diría, cambiando de perspectiva, estudiar también al hombre, su situación y sus imaginarios. Algo pasa en sus mentes o en sus vidas que les empuja a ser violentos. Su mundo interno es una incógnita que necesita ser develado.
Por otro lado, es importante atender el empleo y los derechos laborales de las mujeres. No debe alegrarnos que las mujeres ocupen más del 60% del sector informal del comercio. No debe generar conformidad estudiar y ser profesional si después la única alternativa laboral será incorporarse al sector informal en condiciones precarias.
De todas formas, en la actualidad, se observa una tendencia creciente hacia su independencia en todos los planos. Con mucha decisión y valentía hay más mujeres dispuestas a manejar su vida y su futuro “a su manera”. El empoderamiento y la independencia está dejando de ser solamente un slogan y se está convirtiendo en un hecho cotidiano cada vez más evidente.