Dentro de las grandes discusiones sobre libertad y discurso, ciertamente está el eje trasversal del combate contra la discriminación, lastimosamente los discursos de odio son hoy por hoy un fenómeno global, mismo que últimamente ha ido ganando cada vez más relevancia e importancia cultural, básicamente como un fenómeno que destruye la convivencia política y social de las comunidades.
Sin lugar a dudas fue Chile hace unos años un referente sobre este particular, siendo sin duda alguna la promulgación de la “Ley Zamudio” un claro ejemplo de freno a la discriminación y el discurso de odio en nuestro continente, ello, al menos desde la normativa general; evidentemente una ley dirigida contra todo acto de discriminación arbitraria. Sin embargo, y dado que la intolerancia de las personas puede adoptar muchas formas, es plausible preguntarse ¿qué sucede cuando la discriminación se materializa a través del lenguaje o bien bajo el amparo de la libertad de expresión?.
Solo hace unos días, en julio del 2021 la empresa Nestlé Chile saco del mercado una galleta de chocolate llamada “negrita” por considerar a este producto como una ofensa contra la población afrodescendiente, particularmente hacia la mujer, para muchos detractores de esta marca, tras este nombre “negrita” habría un relato de odiosidad y menosprecio que era necesario remediar, así, luego de muchas presiones Nestlé anuncio el cambio del producto.
Este problema podría parecer menor, pero es claro que el último tiempo definir el límite entre la libertad de expresión y los discursos ofensivos o de odio podrían parecer algo nebulosos en algunos campos como el marketing y por cierto la política, también, recientemente en medio de los partidos de la Copa Europea de Fútbol se prendieron las alarmas frente a diversos canticos de odio desde las tribunas hacia jugadores con raíces africanas, asunto incluso que obligo a detener partidos por minutos.
Hoy por hoy se suscita en todo el mundo la regulación legislativa contra los llamados “discursos de odio” y ello es claramente un signo de los tiempos, hoy estamos presenciando las bases de una memoria social que exige respeto y tolerancia, inclusión y diversidad. Es claro que el conflicto entre los derechos fundamentales y la convivencia social es hoy un asunto importante en las sociedades globales, la natural o eventual prohibición de las expresiones de odio son un ingrediente más de la democracia y la sanidad social.
En muchos parlamentos se estudian las respuestas internacionales ante este fenómeno, y como el sistema internacional de derechos humanos aporta visiones y derecho positivo al combate de cualquier manifestación de odio o alternación de la convivencia y el respeto; en tal sentido las diversas legislaciones comparadas (principalmente de Europa y América) mucho aportan a esta discusión.
Es claro que el mundo ha cambiado, pero a pesar de estos cambios en pleno inicio del siglo XXI somos testigos de episodios de violencia política, cultural y religiosa, pues estamos evidenciando una inquietante oleada de xenofobia, racismo e intolerancia, con un aumento abismante de hechos de antisemitismo, odio contra los musulmanes y la persecución de los cristianos, migrantes y minorías sexuales en muchos lugares del mundo, asunto que muchas veces se torna peligroso y atenta contra la convivencia.
También muchos otras veces estas acciones son concertadas por grupos intolerantes, escondidos, además solapados tras el anonimato de las redes sociales, cuyos mensajes de odio están día a día explotando en las redes y medios sociales, pero también en otras formas de acción cultural y política, como discursos y mítines partidarios de grupos ultrones de derecha extrema.
Es una lástima ver como diversas plataformas de comunicación son usadas hoy para promover la intolerancia. Por ello es muy importante la última resolución y recomendación de la Asamblea General de la ONU, la cual se aprobó por unanimidad de sus 193 Estados miembros, una resolución importante presentada por el Reino de Marruecos. Una resolución de data reciente que viene a poner en relieve la importancia global de este tema, y es sorprendentemente una declaración clara y contundente sobre la necesaria alerta mundial frente a los discursos de odio impulsada desde un país africano.
Recordemos pues que la proclama de las Naciones Unidas y la celebración del día el 18 de junio de cada año como el “Día Internacional contra el Discurso de Odio» es el resultado del llamamiento de una nación del norte de África y esto no es casualidad ya que este continente ha sido muchas veces subvalorado y sus connacionales mirados en menos desde las economías de centro y cosmovisiones colonialistas. Democracias bajo paternalismos y colonialismos que han pasado la cuenta a estas naciones, no olvidemos, que muchas de ellas aún continúan como activos escondidos de las antiguas metrópolis bajo diversas formas de tutelajes y cooperación.
Esta acción o declaración de intenciones no es al azar, pues no estamos hablando de un fenómeno aislado, ni de las estridencias de cuatro gatos al margen de la sociedad, más bien es una proclama importante y necesaria para los tiempos que corren. El odio y el discurso de intolerancia se está generalizando peligrosamente, tanto en las democracias liberales como en los sistemas autoritarios, es claro y evidente que con cada relato de odio se rompen y se debilitan los pilares de nuestras sociedades, y por cierto los valores que deberían imperar en nuestra común humanidad.
Como declara un importante documento socializado por Naciones Unidas, las repercusiones del discurso de odio afectan a numerosas esferas de actuación del sistema internacional de las Naciones Unidas, entre las que cabe mencionar las siguientes, citamos textual: “la protección de los derechos humanos; la prevención de los crímenes atroces, la prevención del terrorismo y de la propagación subyacente del extremismo y el antiterrorismo violentos y la lucha contra ellos; la prevención de la violencia de género y la lucha contra ella; el incremento de la protección de los civiles y refugiados; la lucha contra todas las formas de racismo y discriminación; la protección de las minorías; el sostenimiento de la paz; y la participación de las mujeres, los niños y los jóvenes”.
De ahí, la importancia de la resolución aprobada por el sistema de Naciones Unidas este mes de julio 2021, pues es importante destacar que la aprobación por consenso de esta resolución histórica es sumamente sustancial y conveniente, misma que se produce en un contexto mundial marcado por la exacerbación y la multiplicación de los discursos de odio, así pues, el llamado de Marruecos a ventilar este asunto en la asamblea general y que fuera apoyado y copatrocinado por más de 75 países, naciones procedentes de todos los grupos regionales y de diversos trasfondos culturales, es claramente un hito histórico de este año 2021, una clara herramienta e invitación a poner freno a los discursos de odio.
Naturalmente, esta iniciativa pone en primera línea a Marruecos como una democracia plural y laica que demuestra el respeto y la estima del papel de la diversidad cultural; es claro que el Reino de Marruecos con este gesto emerge como líder regional y mundial en la promoción de los valores de la paz, la tolerancia y el diálogo interreligioso e intercultural, asunto no menos importante considerando el estatus africano y musulmán de este país.
En tal sentido no podemos obviar el rol de su Majestad el Rey Mohammed VI en la conducción de este proceso, cabe advertir durante la presentación de esta resolución ante la Asamblea General, el embajador y representante permanente de Marruecos ante las Naciones Unidas, Omar Hilale, subrayó que la exacerbación de los discursos de odio son una práctica que la sociedad debiera castigar con el rechazo y sin vacilaciones, cuya naturalización va en contra de los valores de la paz, la tolerancia y la sana convivencia democrática, todos pilares consagrados en la Carta de las Naciones Unidas y en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
Desde una perspectiva legislativa positiva es claro precisar que la noción de discurso de odio contiene al menos dos elementos claves, mismos que permiten aproximarse a una definición objetiva; primero, la instancia la incitación al daño, sea en forma de violencia, hostilidad o discriminación; segundo, la situación de la víctima como parte de un determinado grupo social o demográfico, que amerita una protección especial o legislación positiva para su legitimación cultural y política.
En tanto, como señalan estudios sobre la Convención Americana de Derechos Humanos, es nuestro continente es urgente activar acciones contra los discursos de odio, definidas como “las expresiones de odio o el discurso destinado a intimidar, oprimir o incitar al odio o la violencia contra una persona o grupo en base a su raza, religión, nacionalidad, género, orientación sexual, discapacidad u otra característica grupal, mal que no conoce fronteras de tiempo ni espacio”.
Desde la Alemania nazi y el Ku Klux Klan en Estados Unidos, la Bosnia en los noventa, el genocidio de Ruanda en 1994 y la emergencia de ISIS hemos sido testigos de acciones de odio atroces e inhumanas, ello sin olvidar a otros grupos se han empleado expresiones de odio para acosar, perseguir o justificar privaciones de los derechos humanos a niños, mujeres, migrantes en tránsito y muchos otros, acciones de odio que en su máximo extremo pasaban del discurso a la legitimación del asesinato.
Tras el Holocausto alemán, los Ayatolas, Afganistán y un sin número de episodios nacionales ocurridos en el mundo hemos sido testigos del discurso de odio y la intolerancia. Actualmente con el crecimiento de Internet y de otros medios modernos que facilitan la divulgación de expresiones de odio, muchos gobiernos y organismos intergubernamentales han tratado de limitar los efectos perniciosos de este tipo de discursos, relatos que solo daño causan a las sociedades.
Volviendo a citar al embajador marroquí ante Naciones Unidas señor Hilale, “esta resolución reafirma el arsenal doctrinario de las Naciones Unidas destinado a promover el diálogo interreligioso e intercultural, en particular el Plan de Acción de Rabat sobre la prohibición de la apología del odio”.
En tal sentido, Marruecos ha dado una lección con su llamado a construir la tolerancia y la inclusión como valores culturales y políticos y a partir de allí hacer un llamado universal. Tal como el año 2018 lo hicieran las empresas como Movistar, Twitter, Injuve y Pantallas Amigas quienes habían lanzado la campaña “10 pasos para la tolerancia en Internet” con gran éxito y eco ciudadano. Hoy es necesario nuevamente el educar en la tolerancia, en tal sentido recomiendo visitar el sitio www.toleranciaeninternet.com y desde nuestros lugares comunes y zonas de confort ser conductores y activos participes de dicho proceso, educar para paz y detener el discurso odioso.
Este 2021 el activarnos en contra los Discursos de Odio, es esencial e indispensable para nuestras sociedades, apostar por el «Respeto y la Diversidad» una obligación, como también es obligación agradecer este espacio de conversación y la oportunidad de sensibilización y con utilidad didáctica de este coloquio al cual hemos sido invitados.
Esta conversación es una convocatoria pues propone la reflexión, la toma de conciencia y el paso a la acción mediante pautas concretas que ayudarán a eliminar el discurso y el relato inspirado en conductas de odio, agradecer también a la Universidad Unilogos por ser un entorno de convivencia y aprendizaje saludable que reproducirá estas reflexiones.
Es evidente, por tanto, que uno de los objetivos principales del discurso de odio es claramente difamar a personas que forman parte de grupos vulnerables, congregaciones religiosas, minorías migrantes y muchas otras; De allí, se hace importante el rescatar valor del llamado internacional del Reino de Marruecos al cual se sumó el mundo entero, y reiteramos que no es casualidad el apoyo por unanimidad de los 193 Estados de Naciones Unidas a esta iniciativa de cultura de paz.
Es axiomático que este es un tema que preocupa a la sociedad actual sea hoy un asunto ventilado en el concierto internacional, pues la lucha contra el discurso de odio es hoy fundamental para una sociedad que aspira a la convivencia y la cultura de paz como base de sustentación democrática.
Como dato ilustrativo no olvidemos que discurso del odio a menudo se ampara en la libertad de expresión, pero cuidado la libertad no es un valor absoluto y está limitada cuando colisiona con otros derechos como la igualdad, el derecho al honor o la dignidad de las personas, es por tanto muy importante el destacar que por primera vez en los anales de las Naciones-Unidas, el día 18 de junio de cada año quedara como «Día Internacional contra el Discurso de Odio», como una fecha para conmemorar y reflexionar.
Por último, no olvidemos que el discurso de odio ha contaminado y mucho con el avance de las redes sociales y los medios online, la mayoría de las veces con comentarios soeces que van socavando la sana convivencia, la cohesión social y el buen vivir, pues este mal erosiona directamente los valores de nuestra sociedad, tales como la sana tolerancia, el respeto, la diversidad y la inclusión, valores que la dinámica del mundo actual requiere y exige. Claramente el llamado discurso del odio sobre el cual hemos conversado esta tarde se contrapone al discurso de la libertad, inclusión, multiculturalidad y evidentemente derechos humanos, sabemos pues que este relato deshumaniza a sus víctimas negando la igualdad de las personas. Nuestra misión como educadores es contradecir estos mensajes y procedimientos que solo pretenden el apartar al diferente, al vulnerable, al distinto del cuerpo social que todos hacemos parte, legitimando su discriminación y exclusión.
No olvidemos tampoco, la importancia de nuestro rol como formadores y de ciudadanos, objetivamente ,somos actores y sujetos globales y debemos de poner énfasis en la integridad social de nuestros futuros profesionales, muchos conectados esta tarde vía zoom a quienes agradezco la atención y las preguntas, e invito no solo a cultivar sólidos conocimientos disciplinares, sino también que también ha ser sujetos de cambio, conscientes de su responsabilidad personal y social en mundo que hoy estamos construyendo para mañana.
Dr. ANTONIO YELPI AGUILAR
PRESIDENTE FUNDACIÓN GLOBAL ÁFRICA LATINA