Propiedad Privada y Libertad en los Trabajadores cuentapropistas de Bolivia

Autor: Joaquin Saravia Calderón.

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Bolivia tiene un sector informal que llega al 85%, por lo tanto, su sector formal es del 15% y está ligado fundamentalmente a la exportación de materias primas; su carta de presentación ante el mundo y de la cual proviene la mayor parte de sus ingresos, que no siempre los diferentes gobiernos los volcaron en la creación de empleos masivos, dejando a la gente la decisión de generarlos por cuenta propia.  

La economía boliviana tiene una dependencia crónica al mercado internacional, esta situación provoca ciclos económicos que despliegan fases que se repiten a lo largo de su historia. Se inicia con la demanda internacional de materias primas, la respuesta a esta demanda, el auge de ingresos, la caída de la demanda, la aparición del déficit fiscal, el brote de la inflación y, finalmente, el alza de impuestos, así ocurrió con el ciclo de la plata, del estaño, de la goma y ahora del gas. 

El primer caso donde el déficit fiscal ha conducido al Estado a endurecer las políticas impositivas fue en la colonia. Sus principales víctimas fueron los indios, mestizos y cholos, quienes al considerar esas medidas abusivas y perjudiciales para sus actividades comerciales desencadenaron las famosas rebeliones del siglo XVIII en contra la corona española. Nadie mejor que Tupaj Katari, la figura mítica de esta época que, en su condición de comerciante de coca y telas de bayeta, sintió su atropello junto a su compañera, Bartolina Sisa, comerciante también de coca y de tejidos. Al igual que ellos, los cholos y mestizos cuentapropistas no tuvieron más remedio que luchar por la defensa de su propiedad privada y por el rechazo a los impuestos. En Cuzco, Tupaj Amaru, el acaudalado comerciante y propietario de 300 mulas, fue otro protagonista de estas revueltas encarnando las demandas de los cuentapropistas de la época. Su elevada educación le llevó a conocer la Escuela de Salamanca de economía, cuyos postulados del libre comercio y propiedad privada fueron agitados luego en sus discursos contra la corona española

Bajo la República, en la mitad del siglo XIX, esos trabajadores se agruparon en gremios y hasta crearon sus propios periódicos bajo llamativos nombres, como “El cholo”, “El artesano de La Paz”, “El amigo del Pueblo”, etc. Sobresalía también la presencia de las mujeres, especialmente de las comerciantes y artesanas cholas que se caracterizaban por su coraje cuando defendían sus derechos.

Las primeras décadas del siglo XX representaron la época de oro de los cuentapropistas Entre sus rasgos, la historiadora Silvia Rivera resalta su místico culto a la libertad, su apoliticismo y rechazo a toda expresión de estatismo. Practicantes de la autoformación intelectual abrazaron las doctrinas libertarias anarquistas que las difundieron a través de su propia prensa. Partidarios de la democracia directa y de un gobierno descentralizado, plantearon, incluso, la “gremialización del Estado”. Las mujeres se agruparon en Federaciones Obreras Femeninas, cuyo símbolo fue la “chola anarquista” y aymarista luchando contra el abuso de carabineros y autoridades municipales que prohibían sus puestos de venta callejeros. Sabiendo el poder que adquiría este sector, el gobierno socialista de David Toro (1936) determinó su sindicalización obligatoria, con esta medida pasaron al control del Estado.

Con la Revolución Popular de 1952, los gremios se agruparon alrededor de la poderosa Central Obrera Boliviana (COB), aliada del gobierno de entonces. Esta coalición duró hasta 1985, cuando la columna vertebral de la COB -los mineros- se dispersaron por la aplicación del Decreto 21060 que determinó el cierre de minas y despido de trabajadores. Con el debilitamiento de la COB, los gremiales adquirieron mayor independencia.

Para 1985, ese sector sobrepasaba el millón, y tanto políticos como autoridades, se afanaban por obtener su apoyo, sea para llegar al poder mediante el voto o para lograr gobernabilidad, muchas veces recurriendo al prebendalismo y al clientelismo. Pero, las dirigencias gremiales no se quedaron atrás, entraron también al juego de la negociación buscando de los políticos y autoridades de gobierno cargos, candidaturas y favores.

En el 2006, el ascenso del Movimiento Al Socialismo al poder, coincidió con el auge del precio del gas y de los ingresos económicos. Sin embargo, a partir de 2014, la trayectoria recurrente del ciclo histórico ingresó a otra fase, disminuyó la producción de gas, de los ingresos y de las reservas internacionales. De esta manera, retornó también el problema del déficit fiscal, trayendo consigo la sobrecarga de impuestos para la población. 

A la fecha, el gobierno de Luis Arce Catacora ha ensayado sin éxito varias leyes impositivas destinadas a mitigar la crisis fiscal. La fuerza y lucha de los cuentapropistas, que ya sobrepasan los 3 millones, lograron frenarlas. Pero, esta vez, a diferencia de anteriores oportunidades, sus reclamos abarcan también otros temas, como la administración de justicia, la falta de dólares, la improductividad de las empresas estatales y la libertad de trabajo. La pregunta ahora es si se encuentran en proceso de constituirse en el próximo sujeto histórico, como fueron en su momento los mineros.

Si los cuentapropistas en general pudieron lograr su empleo por cuenta propia, si pudieron generar sus ingresos por cuenta propia ¿habrá llegado la hora de crear su gobierno por cuenta propia?